No fue amor, nunca lo
es… al menos no conmigo.
Todo comenzó porque me
gusta hacer el ridículo, por eso decidí participar en el show que el hotel
estaba dando, era el clásico juego donde ponen una canción y uno tiene que decir
el nombre, año, cantante o película, había que subir al escenario tomar un
número de un sombrero de vaquero que uno de los asistentes tenía en la mano, la
persona con el número más alto tenía la oportunidad de decir la respuesta
primero.
Cuando fui la primera vez
mi atención estaba en todos los espectadores, pero la segunda vez mi atención
se posó en el muchacho con el sombrero de vaquero, y su sonrisa perfecta. Pero después
de que me puse a bailar cierta canción de reggaetón frente a todo el público me
olvidé rápidamente del muchacho.
Al día siguiente mi
atención se posó en un salvavidas, con el cual mantuve una pequeña conversación
sobre mi estadía en el hotel. Como un detalle cómico de ese día varias personas
me saludaron y me dijeron: ¿Vos eras la que ayer estaba bailando en el
escenario?
Esa noche después del
show nocturno me fui a la discoteca, y uno de los meseros comenzó a perrear
conmigo, estuvimos toda la noche bailando, hasta que en algún momento nos
salimos de la discoteca y comenzamos a besarnos y a disfrutar de la compañía
del otro, pero cuando estábamos a segundos de irnos a la habitación del
muchacho, los guardas llegaron y nos dijeron “aquí no pueden estar, esta playa
tiene bandera roja, tienen que alejarse” pero eso fue suficiente como para
quitarnos la calentura que teníamos.
La mañana siguiente
resultó ser que el asistente, el salvavidas y el mesero eran la misma persona y
yo no me di cuenta hasta que él se me acercó y me dijo “búscame en Facebook” y
ya que no estaba borracha logré darme cuenta de que era la misma persona y que
para peores se llamaba igual que mi ex.
Y esas fueron mis
vacaciones, un montón de alcohol, sexo en la playa con un desconocido que
resultó llamarse igual que mi ex y una prueba de embarazo negativa.