La lucha

Todos los días lucho con la voz que me dice que acabe con todo. 
Me levanto feliz, pero cuando me voy a bañar la voz me ataca, me dice miles de cosas y me hace llorar. Me siento en el piso de la ducha y lloro desconsoladamente, en un silencio que muchas veces me da miedo. 
Salgo del baño, me pongo la ropa, intento ponerme labial, pero las voces me lo impiden "no sos tan bonita" "te ves fea" "pareces un travesti" "todos te ven mal", entonces me quito el labial en un acto de autodesprecio. Después intento ponerme los lentes de contacto, por suerte rara vez las voces me atacan al hacer esto, pero ahí días donde no me dejan. Ponerme rimel es impensable, las voces se burlan de mis intentos de ser más femenina, siempre ganan. 
Intento desayunar algo pero las voces atacan de nuevo "deje de comer gorda" "No vale la pena", entonces tomo solo una taza de café, me lavo los dientes "esas cosas amarillas y horrendas" y salgo a esperar el bus. 
Busco en mi teléfono una canción feliz, me pongo muy alegre, ya paso la peor parte de la mañana, me digo para intentar estar contenta. Me pongo los audífonos y cambio de personalidad, comienzo a cantar en voz alta a pesar de que no se cantar, pero no me importa el mundo es mío y me lo voy a comer. Me despido amablemente del guarda que siempre me desea buenos días, camino con un paso firme y con toda la tranquilidad y felicidad del mundo espero el bus. 
Me monto en el bus enérgicamente le doy los buenos días al chofer, buscó un asiento y se no lo hay no me molesta, se que me bajo en la penúltima parada, en algún punto del trayecto encontraré un asiento. La música es buena y mi vida también. Cuando logró sentarme todo un libro y me sumerjo en páginas de mundo imaginarios, donde los problemas de los personajes son maravillosos. Tocó el timbre, me bajo del bus, con una sonrisa camino hasta la siguiente parada, observo los arboles, el zacate, las señoras haciendo yoga, cruzo el paso peatonal, si tengo suerte el bus que necesito está ahí, me montó rápidamente, saludo al chofer, todos me conocen y al verme me saludan con familiaridad. Busco me asiento de siempre el numéro 45, hago el asiento hacía atras, tal vez duerma un rato y lea el resto. La música aun es buena, suena "Saturday Night Fever" me dan ganas de bailar y cantó con ganas, no me molesta que todos los pasajeros me vean con mala cara. 
Llego a la universidad, todo tranquilo. Las voces no me han vuelto a molestar.
La primera clase llega con normalidad y de la misma forma termina, después sigue el almuerzo, dos bocados después, me dan ganas de vomitar, la comida me da mucho asco. Tiro el resto de la comida, me voy para la siguiente clase y todo comienza a derrumbarse de nuevo...